Desde el inicio del mes de noviembre hasta el final de enero, los campos de arroz que circundan l’Albufera de Valencia aparecen inundados de agua. Se trata de otra de las fases del arrozal conocida como la Perellonà.
A lo largo de este artículo, os contamos las características de la fase conocida como Perellonà, su importancia dentro del proceso de cultivo y la gran belleza paisajística que proporciona al entorno durante estos meses de invierno.
En el mes de noviembre se cierran las compuertas de salida al mar de l’Albufera. Al cerrarse las compuertas de las golas de Pujol, Perellonet y Perelló, se produce la inundación de los campos de arroz con una fina lámina de agua. Esa lámina de agua es conocida como “lluent” y consigue que todo el entorno de más de 17.000 hectáreas se convierta en un paisaje similar al que l’Albufera tenia en su máxima extensión.
La profundidad de la Perellonà depende de la altitud de los diferentes campos de arroz. Así, mientras en los arrozales del norte la Perellonà tiene una altura de pocos centímetros, en los arrozales del sur del Mareny o el Perelló puede llegar hasta casi el metro de profundidad.
A partir del mes de febrero, el entorno del arrozal de l’Albufera de Valencia entra en otra fase conocida como “la Aixugà“. Se trata de una fase en donde se abren de nuevo las compuertas de las golas para desaguar el agua que inunda los arrozales. Mediante este proceso, los campos de arroz se secan y entran en una etapa clave antes del cultivo del arroz.
Cuando se produzca el cultivo de arroz en el mes de mayo se producirá una nueva Perellonà que inundará por un período más corto el arrozal para que las semillas tengan la cantidad de agua necesaria para iniciar su crecimiento como planta.
¿A qué se debe el nombre de la Perellonà?
Las compuertas de las golas que regulan la salida del agua de l’Albufera son conocidas como “perellons“. Los núcleos de población que se erigieron en esos puntos tomaron dicho nombre en su toponimia. Así, nos encontramos con el núcleo de población de El Perelló en Sueca o El Perellonet en Valencia, ambos relacionados con las compuertas existentes en esas golas.
La Perellonà y el medio natural
La importancia de la Perellonà durante los meses de invierno permite crear un hábitat perfecto para la presencia de aves que han pasado el invierno en estas tierras o se encuentran en procesos migratorios. Al ser una fina lámina de agua sobre la tierra del arrozal, se produce un espacio ideal para la presencia de insectos y pequeños crustáceos que son ideales para la dieta de las diferentes aves, como es el caso de flamencos, patos o cormoranes.
Además de los beneficios para las aves, hay una mejora notable para las tierras de cultivo. Al ser inundados, los restos de la paja del arroz junto con las malas hierbas se unirán a la tierra, proporcionando nuevos nutrientes para la nueva fase de cultivo. También, el lago de l’Albufera se ve beneficiado ya que la mayor cantidad de agua y la presencia de pequeños crustáceos que funcionan como diminutas depuradoras mejoran la calidad del agua.
¿Dónde ver la Perellonà?
Una de las formas es recorre las carreteras y caminos que atraviesan las zonas de los arrozales que circundan l’Albufera por los términos municipales de València, Sollana, Sueca y Cullera. Se pueden hacer estos recorridos en coche, a pie o en bicicleta siendo una manera formidable de tener contacto con este medio natural y poder contemplar las aves que acuden a estos espacios.
Una de las opciones que recomendamos es poder contemplar el paisaje desde un lugar elevado. Los puntos más recomendables son la Muntanyeta dels Sants en Sueca y la Montaña de Cullera. Ascendiendo a la montaña de Cullera por la senda de la Lloma se puede contemplar una buena vista hacía l’Albufera desde este punto elevado.
Al desarrollarse la Perellonà durante los meses de invierno, podemos disponer de días claros que permiten obtener una buena visibilidad al no existir la condensación que se se produce en las estaciones de primavera o verano.
Y si hay que buscar un momento del día es recomendable al atardecer, cuando se produce esos reflejos tan maravillosos entre la lámina del agua y los últimos rayos de sol.
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