El 30 de agosto de 1503 los piratas argelinos atacaron y saquearon Cullera, gran parte de ella fue incendiada[1]. En 1532, padeció otro ataque. Todo ello motivó que Carlos I ordenase al virrey de Valencia la fortificación de la villa. El 25 de mayo de 1550 el pirata Dragut Arrayz con veintiséis galeras y galeotas saqueó Cullera. El virrey Fernando de Aragón redactó un memorial sobre la defensa de costa y la construcción del castillo.
Las construcciones de las torres vigía proceden de la orden del duque de Calabria en 1557 en Ordenaciones tocants a la custodia i guarda de la costa marítima del Regne de Valencia disponiendo que se levantaran en ellas torre y atalayas de vigía y defensa. En 1568, el Rey Felipe II encarga a Vespasiano I Gonzaga la inspección y proyecto de construcción de las fortificaciones del puerto de la ciudad de Cartagena, de la costa del Reino de Valencia y los puertos africanos de Orán y Mazalquivir. Fue el virrey Vespasiano Gonzaga quien encargó las obras al arquitecto e ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli. El proyecto buscaba reforzar las defensas por medio de las torres y a la vez, de dotar al sistema de una milicia capaz de hacer frente a los ataques y la defensa del territorio[2]. La defensa contra los corsarios debía realizarse mediante torres con guirnaldas para artillería que eliminasen los puntos donde éstos se resguardaban, avituallaban o desembarcaban. La defensa frente a una gran armada se conseguiría fortificando los principales puntos donde ésta pudiera desembarcar con facilidad.
El sistema de torres tenía un doble propósito: uno real y cotidiano, que era el de los corsarios, y otro hipotético pero igualmente actual, que era el del desembarco de una poderosa armada, que además podía contar con el apoyo de un levantamiento de moriscos. Como ha señalado Josep Vicent Boira[3], esta medida suponía que estas torres pasaran de un sistema medieval de alerta y prevención a una red de puntos fortificados y artillados capaces de resistir y desbaratar los intentos de desembarco de tropas no muy numerosas.
Dadas las características del cabo de Cullera y su posición estratégica, se construyó una torre. La torre del Cabo de Cullera se encontraba entre la torre de la Gola de la Albufera al norte y la torre de la desembocadura del Xúquer al sur. La torre ya estaba levantada y en funcionamiento en Mayo de 1560[4]. Se encontraba encima de una colina del acantilado elevada 37 metros sobre el mar entre la Cala Blanca y la Cala de les Barraques. También se cita en su presencia en 1563 siendo la torre del Cabo de Cullera uno de los elementos que formaban parte del sistema de alerta. La torre tenía una guirnalda en su parte superior, al igual que las otras, siendo necesaria la existencia de municiones para su defensa. En un informe de Bucarelli en 1763 se indica la presencia de 4 soldados a pie en la torre. [5]Ya en el plano del cabo de Cullera del primer Marques de la Romana del 1 de Agosto de 1764 recibe el nombre de “el faro”. Tal vez, su finalidad como sistema de alerta motivaba el nombre que le designaba el Marques de la Romana.
La torre del cabo de Cullera estaba realizada con mortero de arena, cal y piedra. Tenía como base un amplio y robusto cono truncado de alrededor de 3 metros de altura. Encima del primer cuerpo, había un segundo cuerpo en forma de cilindro que debía medir unos 7 metros más. En este tramo, había unas pequeñas aberturas y una sencilla puerta que permitía el acceso a la torre.
En 1935, Lambert Olivert i Arlandis (Cullera 1860-1937)[6] da una descripción de su visita: No así la torre de cal y canto que se yergue sobre el pico colindante.. Lo más notable es su vejez. Debió de construirse en tiempos del hechizado como atalaya avanzada en la costa para avisar sobre la proximidad de los piratas berberiscos, después que Dragut nos había saqueado por dos veces. A esta torre se sube por una escalera, hoy medio derruida, que adosada a la misma conduce a un ventanal oscuro por donde se penetra y caracoleando se llega a la cumbre, una terraza plana que guarda todavía las huellas del fuego, que como ahora el Faro, iluminaba entonces buen trecho de nuestro golfo sucronense…
Debemos de pensar que tanto por la construcción de la torre como por la existencia de una guarnición debió existir una alteración del medio natural.
La militarización del espacio se mantuvo, incluso en el siglo XX. Durante la Guerra Civil de 1936-1939 se hicieron obras de fortificación para el ejército republicano en el litoral. Se realizaron búnquers para nidos de ametralladoras y piezas de artillería con puntos de observación. Se ubicaron en la gola del Xúquer, en el Racó de Santa Marta y en la torre del Cabo. En dicho punto se hizo bastante obra ya que se aplanó la cima y se emplazaron 2 casamates circulares para la presencia de 2 cañones giratorios de marina. Las casamates son de 8 metros de diámetro y de 1,30 metros de excavación en la roca. Se encuentran separados por una distancia de 18 metros y tienen unas paredes con dos capillas excavadas de 0,90×0,90 m, y una profundidad de 1,15 m. Por debajo del plano, hay un túnel con puerta de hierro que conduce a un pequeño polvorín. Está claro que la torre se encontraba en el medio de las dos piezas de artillería y estorbaba en la posible maniobra por lo tanto, la debieron derribar. Sí visitamos la zona o analizamos la fotografía aérea actual del territorio podemos apreciar la presencia de los casamates circulares como testimonio de la defensa estratégica del entorno. También, durante un tiempo existió un nido de ametralladora en la isla de los Pensamientos como testimonio de la defensa durante la guerra civil.
Todo este proceso de militarización del espacio quedo obsoleto dada la irrupción de nuevas estrategias y desarrollos armamentísticos. La pérdida de referencias del pasado como es el caso de la Torre del Cabo fue fruto de la propia necesidad defensiva del siglo XX. El espacio antrópico renovaba sus construcciones más motivado por una necesidad a corto plazo que por su valor patrimonial.
[1] Sánchez-Gijón, A. Defensa de costas en el Reino de Valencia. Serie Minor. Consell Valencià de Cultura.
[2] Arciniega García, L. Defensas a la antigua y a la moderna en el Reino de Valencia durante el siglo XVI .
[3] Boira, J. V. Las torres del litoral valenciano.Conselleria d’Infraestructures i Transport. Generalitat Valenciana, 2007, 254 p.
[4] Castells, torres i fortificacions en la Ribera del Xúquer: VIII Assembla de Escrito por Antoni Furio y Josep Aparisi. Artículo de “Les Torres de la Costa de Cullera” por Francesc Giner i Pereperes.
[5] En dicho informe, se indica la “buena construcción de la torre del Cabo que permitia cubrir la vigilancia de las calas del “Rincón de Valencia” , hacia Levante, y del Rincón del Pobre, hacia Poniente”.
[6] Encarna Villafranca Giner (1999). Cullera en la mirada de Lambert Olivert 1860-1937.Benicull
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